Hoy en día el término dependencia es usado coloquialmente en nuestra sociedad. La mayor parte de nosotros entendemos el término, pero lo complicado viene cuando queremos comprender por qué se produce, como llega a nosotros, y qué consecuencias tiene en nuestra vida.
Simbólicamente podríamos entender un proceso de dependencia emocional, como  un intento de la persona por llenar un vacío o de generar estabilidad en una situación en la que el individuo siente una carencia. Es decir, tiene que existir un caldo de cultivo concreto para que se pueda producir una situación de este tipo. Lo entendemos como un intento de solución de un conflicto, en el que ante la dificultad a dar una solución por sus propios medios, el individuo delega en el otro enquistando el problema anterior, y creando uno nuevo.

La persona dependiente se somete, idealiza y endiosa al otro, sintiendo un profundo temor ante la posibilidad de perderlo, o que éste le abandone. El mecanismo que abordamos se entiende mejor con la metáfora de la droga, en la que el individuo sabe que es perjudicial, le hace daño, y merma todos los contextos importantes de su vida, sin embargo no sabe cómo separarse de ella. Se produce una situación en la que el sujeto abandona toda su vida, para que su vida gire en torno a la  sustancia.

Esta situación conlleva una pérdida de la autoestima de la persona. Es decir, la persona siente que no es capaz de vivir por sí misma y se siente mal por eso. Su capacidad de autosuficiencia queda desvalorizada, y la autoestima cae en picado. Por esta razón aparece una preocupación o miedo a la soledad, en la que la persona no se ve capaz de poder vivir de modo autónomo. La falsa creencia de que se necesita al otro para vivir, queda instaurada en nuestra mente, y la trampa ya está fijada. La espiral ya está montada y gira ante la incapacidad de la persona a frenarla o cambiarla.

La pregunta que planteamos para conseguir una solución a esta difícil situación es ¿cuál es realmente la función de la persona de la que dependemos? En Espaziopsicoterapia descubrimos los anclajes que mantienen la relación de dependencia, los identificamos y los abordamos, acompañando en la búsqueda de herramientas y mecanismos de sustitución óptima, y así desarrollar lo máximo posible las opciones de autonomía de cada persona. Con este proceso conseguimos disolver los lazos de unión tóxicos de esta relación, posibilitando a la persona de otras capacidades de elección en cuanto a su vida, y a su estilo relacional. Además, el individuo que sigue el proceso de psicoterapia queda vacunado para este tipo de relaciones de cara al futuro.